viernes, 27 de marzo de 2015

¡BANZAIIIIIIII!


A mí cuando se me pone la cara de loca del chirimiri me da una surada que la armo, vaya si la armo.

Yo creo que fue porque el Gafapasta había comentado a unos amigos la víspera "pues sí, la Gin está como mucho más formal y bastante obediente, más tranquila". Y me dio unas cogotadas cariñosas.

Lo mismo es que me dan rabia las cogotadas a desmano, o que ande por ahí contando mis intimidades, que si obedezco que si no obedezco. Así que ese alma libre que tengo y que va a poder conmigo decidió esperar su oportunidad.

Llega el Gafapasta al parque por la noche, entorna adecuadamente las potrillas de acceso a cuatro calles para controlar mis impulsos anarco-juerguistas, y se pone a esperar bajo la lluvia a que trotemos El de en medio de Los Pecos y yo, nos desfoguemos, y nos pongamos a su disposición un rato después. Pero una ventolada invernal, ah esa ventolada invernal, abrió uno de los laterales de par en par y ya se sabe lo que decía ese gran modelo de putones poligoneros que fue Mae West: la tentación se inventó para caer en ella.

Los ojos me hacen chiribitas como a Marujita Díaz, empiezo a salivar de la emoción y se me pringan las barbas como al mismísimo Rajoy de pura baba, y echo a correr ladrando ¡Banzai! como los kamikazes japoneses en busca de basuras comestibles, mininos y portaaviones norteameriyanquis.  No acabo de mordisquear la primera basura, ojear el primer gato y conseguir la plusmarca mundial de los 10.000 metros Prado San Roque cuando ya el Gafapasta ha puesto en marcha el operativo localización y neutralización de perra chiflada. Con la ayuda de Gelo, que es un esbirro colaboracionista y delator y le iba indicando al jefe mis movimientos.

Lo bueno de Gelo es que iba jadeando sus conocidos ayayayayays : "ayayayayayayaya por allí", "ayayayayayayay por acá", "ayayayayayayay por acullá" mientras yo cantaba "libre libre quiero ser, quiero ser quiero ser libre" y a ritmo de Los Chichos corría escaleras arriba, callejones a diestra, escaleras abajo. El Gafapasta acabó exhausto de correr detrás de mí y tratar de controlar al esbirro traidor a un mismo tiempo, así que me dio un respiro subiendo al Gelo a casa para que ladrara sus "ayayayayayay que la oigo, que la huelo, que me estresoooooo" desde la ventana y probar fortuna de manera autonóma.

Tenía yo la noche inspirada, las cosas como son, con unas velocidades estratosféricas por el Barrio del Carmelo, que me lo tengo bien trajinado, y sin caer en trampas. ¿Que venía el Gafapasta de frente? Frenazo en seco, un a que no me pillas para tocarle las narices y curva radical del derecho. ¿Que el Gafapasta sube las escaleras hacia esa curva donde siempre me acorrala? Un aguerrido "freeeeeeeee Nelson Mandelaaaaaaaa" y lanzamiento en plancha escaleras abajo. Además, como hacía tan malísimo pues no había gatos así que no aullaba histérica cada vez que veía uno y no daba pistas de localización.

A eso de las cuatro de la mañana, tras unas tres horas y media de juerga y cuando un macarrita simpático y guaperas que había sacado a la novia y a la perra de paseo se sumó al comando "Buscando a la Gin desesperadamente" decidí que tenía hambre, sueño y frío y pacté un encuentro amistoso debajo de la ventana de la Loli. Compuse mi cara de yo perrinalinda, yo perrinabuena, yo no fui Gafapasta, yo no fui, fue el maldito cariñena que se apoderó de mí. Y como el mi pobre estaba ya que no se lamía, puso su cara de culo más significativa pero no dijo nada. Dio las gracias al macarra colaboracionista y rumbo a casa.

La cena estaba riquísima, la cama blandísima y el sueño profundo y reparador. El careto del Gafapasta espectacular durante tres días. El mordisco que le arreé al Gelo por chivato, histórico. I Want To Break FREEEEEEEEEEEE, oh yeah.