viernes, 15 de noviembre de 2013

TRISTEZAS DE GAFAPASTA



No, si seguro que vosotros os creéis que como soy poligonera de polígono chungo del extrarradio no tengo ni corazón ni cerebro. Pues para que os enteréis, tengo un corazón tan grande que no me cabe en el descaro. Lo de cerebro a veces me parece que tengo y a veces me parece que no tengo, pero en el insto saco buenas notas y todos los partes que llegan a casa son por mal comportamiento en el patio y sobre todo por mi afición a morder maltesas pijas y absurdas. Pero sí soy leída y muy leída, que me lo contagiaron Mamiglenda y el Gafapasta.

Y como soy muy leída, pues me he ventilado estos días unos cuentos tremendous fabulous de un pibe argentino que se llamaba Julio Cortázar donde hablaba de unas criaturas excéntricas y tristes llamadas cronopios que a mí me recordaron mucho al Gafapasta. Así que le robo el título de un cuento, Tristeza del cronopio, y lo cambio y recambio por Tristeza del Gafapasta para contados lo requetepreocupadísima que me tiene este tipo raro.

Es que llega el otoño y me tiene mártir con esa cara de mártir. Yo al Chicoguapo no le conocí, pero me han hablado de él Mamiglenda y las gatas. Me han contado cosas tan bonitas que hasta yo le echo un poco de menos. Pero es que hijos , al Gafapasta se le pone una cara de culo de viuda hindú que me raya muchísimo , y por más que intento yo alegrarle y sacarle sonrisas toda payasaota ni modo.

Para que lo sepáis tengo un montón de estrategias. Le veo tristón y me tumbo al lado y le pongo la cara perdida de babas hasta que me da un grito diciéndome que me esté quieta, y aprovecho que tiene  la boca abierta y gritona para meterle la lengua hasta el fondo y hacerle poner cara de asco. Me como la comida de las gatas y la de Harley y cuando se acaba todo meto el hocico en la bolsa y saco todo y hago puzzles de basura por la cocina que la dejo que parece Madrid en botella. Cuando llega a la cocina doy un brinco y digo ¡Salaoooo a que no me pillaaaaaaas! y salgo corriendo y tiro todo lo que encuentro a mi paso adrede. También le hago pis en los libros y le dejo hechos pedacitos muy muy pequeños los apuntes de sus poemas, mirándole con cara de miraloqueestoyhaciendocariño. Y me estoy pensando si volver a escarbar en el sofá y en el colchón después de perseguir a la tonta de la Tiberio por toda la casa y dejar la vajilla hecha un puro añilo.

Pues nada, que por más que me esfuerce, pone una sonrisa tontorrona que da más pena que otra cosa y ni me riñe ni nada. Aquí me parece que lo que hace falta es un macarra muy macarra poligonero de polígono industrial de extrarradio o directamente de pueblo, con tatuajes y eso, que le ponga en su sitio y le quite la tontería. Porque si no, el otoño y el invierno van a ser largos, largos, laaaaaargos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario