miércoles, 22 de abril de 2015

TIBERIO'S BURNING CHICHI / EL CHICHI DE TIBERIO ESTÁ QUE ARDE



Tiberio, la gata tonta, es el único ser de la manada con la entrepata conectada. A ver, El de en medio de los Pecos y yo venimos de una protectora con sentido común, así que nuestros sistemas reproductivos fueron debidamente desactivados; la gata mala fue igualmente desactivada después de su mítico salto del tigre desde la ventana del quinto hasta un gang bang de gatos erectos y callejeros que la dejaron multipreñadísima. Por su parte, después del adiós del Chico Guapo, lo del Gafapasta ha caducado por falta de uso y exceso de telarañas.

El caso es que Tiberio nunca fue tan arrojada (y pelandrusca) como la Anabotella, así que el Gafapasta siempre pensó que no merecía la pena gastarse los euros en la desactivación sexual de quien previsiblemente iba a estar toda su vida tan cerca del sexo como de Nueva Zelanda. "Que obre Natura", proclamó entre irresponsable y sentencioso. Y nos condenó con esas tres palabras a una vida de horror cada cuatro o cinco meses.

Pues sí, esa Natura que tan tacaña fue con Tiberio en habilidades intelectuales, compensó con unas grandes aptitudes para el ardor gritón. O lo que es lo mismo, que a la minina le llegan las calenturas y comienza a desgañitarse por toda la casa y a resobarse contra puertas, peluches, libros, martillos, guitarras y sacos de patatas que encuentra a su paso. Hasta se resoba contra mí cuando me pilla dormida o despistada, la muy zoofílica.

El Gafapasta insiste en que tampoco se nota tanto. Porque la gata tonta cuando quiere comer dice MIAAAAA con un tono muy muy desagradable, cuando quiere estar aquí y allí al mismo tiempo dice MIAAAAA mientras se despelucha toda de puro estrés, cuando está contenta dice MIAAAAA y cuando está triste dice MIAAAAA. Cuando está calentorra simplemente cambia el chip y dice MIAAAAAAAAAAAAAAAMIAAAAAAAAAAAA MIAAAAAAMIAAAAAAA. Muy alto. Muy seguido. Muy desagradable.

Como se acercan las elecciones municipales y el Gafapasta me ha pedido el voto, le voy a exigir a cambio unos tapones para las orejotas, una terapia para que mi psique quede liberada del trauma de la gata absurda restregándose contra mis patitas de perrinalinda y el Quirófano Veterinario de la Señorita Pepis con bisturí y costurero para enfriar yo los ardores de esa micifuza, vaciar lo que haya que vaciar y, por si acaso, convertir sus cuerdas vocales en un mal recuerdo.


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