martes, 10 de febrero de 2015

ANCHO DE CAMA


La verdad es que una se despierta algunas mañanas a trompicones y sin la dignidad mínima para encarar el día interpretando el duro y exigente papel de poligonera chunga. Por ejemplo, cayéndote de la cama.

Caerse de la cama es más de chicos tochunos, que el Gelo se cae bastante, pero esta mañana he sido yo la afectada por ese ser perverso llamado Ley de la Gravedad. Que por muy tipín Bershka que tenga una, cuando pierde puntos de apoyo suficientes se esmorra como cualquiera.

Lo peor de todo es que con el rotundo cataploff del momento contacto perrina-suelo se despiertan todos, todos te miran con cara de "mira que eres patética, cari" y por mucho que una diga bostezando "patética no, yo perrina linda" se ríe hasta la gata tonta. Y lo peor de todo es que tienen razón, qué poca dignidad hay en el suelo.

No es que tenga yo toda la culpa eh. Que a ver, cuando una está dormida como una ceporra pues a veces se da la vuelta y se cae sin querer, como si no os hubiera pasado a vosotros. Y además hay que tomar en consideración varias atenuantes. Por ejemplo, que el Gafapasta ha echado otro michelín y ocupa muchísimo, que las malditas gatas tienen frío con las heladas de temporada y han abandonado su mesa camilla habitual para venirse a dormir en tribu, que Gelo es un jeta y se estira muchísimo y quiere toda la cama para él, que la cama es sólo de 1'35… Así no hay quien duerma a pata suelta o se estropicie los huesos con mal posturamen, por lo que me he decidido a tomar cartas en el asunto. Voy a expulsar a las gatas al pasillo, voy a morder a Gelo, voy a obligar al Gafapasta a una dieta de col de bruselas (sí, he dicho col, sin plural) durante un año y voy a abrir una suscripción popular de esas que ahora llaman guaufounding para comprar una cama de 1'50, colchón XXL y barras de seguridad.


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