domingo, 4 de mayo de 2014

LAS COSAS DE ANA BOTELLA: LECCIONES DE FLORICULTURA


Jo, tíos, el susto que me pegué el otro día en casa. Que llega el Gafapasta y empieza a dar alaridos con el modo berrinche on. Así que me fue a ese espacio maravilloso entre el sofá y el armario contiguo en el que siempre me ve pero yo juego a que no me ve y así me siento muchísimo más segura. No conseguía recordar si había liado alguna parda, porque yo soy muy de liarla parda, pero vamos, que aquella mañana la había tenido yo tirando a modorrera y tranquilita. Pero cuando el Gafapasta suena … 

Pues no, por muy escondida que estuviera yo no iba conmigo la cosa. Que enseguida vi a la gata mala salir despavorida buscando los bajos de algún mueble perseguida por un Gapasta indignado arrojando a la bicho esa restos de una begonia naranja espectacularmente ex-preciosa. 

Os cuento. El Gafapasta ha tenido este año un arranque primaveral pelín mariquituso y enfermizo, y el otro día se presentó en casa con una orquídea larguirucha de tonos crema y fucsia pelín excesiva en la mano izquierda, una gardenia muy mona y muy apestosa (él dice "delicadamente aromática", en fin) en la mano derecha y una begonia llenísima de flores naranjas y enormes colgando de la nariz, supongo, porque manos sólo tiene dos. Y muy organizado él, buscó en medio de su desorganización un lugar a prueba de gatas para la orquídea, otro lugar a prueba de gatas para la gardenia y un tercer lugar a prueba de gatas para la begonia. Porque las gatas odian las flores, bichejos como son, y Ana Botella, la gata mala, las odia más que nadie. Es ver una planta cerca y ya está ese ser estropajoso mordisqueando una hoja por allá, escarbando un poco de tierra por acá, pegando patazos a una flor por acullá, hasta que tiesto y planta acaban estrellados contra el suelo y la tierra se desperdiga por toda la casa. Luego ella y la tonta pisan la tierra y la esparcen por doquier, entra el Gafapasta, le da un parrús compulsivo y ya la tenemos liada.

Así que como os digo, pone una planta, dos plantas, tres plantas en inaccesibles montañas de trastos y se va a cenar. Vuelve de cenar y Ana Botella ha accedido a las cercanías de la begonia inaccesible y ha empezado con la juerga. El Gafapasta agarra a la perversa minina del cogote, la agita, introduce su hociquito chato de rancio mohín en la mata florida y le restriega el careto diciendo "NO, AQUÍ NO, NO, NO" (luego dicen sus amigos que es escritor, que tiene facilidad de palabra y cosas así). Traslada la begonia a una montaña todavía más escarpada y tras enredar por las redes sociales un rato se va a dormir.

Al día siguiente, al regresar el Gafapasta del currele, la begonia, ay mi begonia, inaccesible como era se encontraba tronchada, despachurrada y cruelmente mutilada contra el suelo, vamos, que como muy accedida. Y ese fue el momento del grito berrinche que me quiso recordar a mí a Pepe Pótamo y su mítico Hipogritohuracanado. El momento también de la gata mala corriendo los cien metros lisos en 8'95'' y el de la begonia mamporrera estrellándose por fragmentos en el cogote de Ana Botella. En fin, que visto que no iba conmigo el rollo aproveché para ladrar un rato a la gata mala, otro rato a la gata tonta, y nada de nada al jefe, no fuera que me cayera un capón de rebote. Y me pregunté, toda filósofa yo (perrina linda sí, pero curiosa y espabiladina) algunas grandes y trascendentales cuestiones: ¿Es esa caída de flor contra cabezón de gata lo que se conoce como "el lenguaje de las flores"? ¿Por qué Ana Botella odia a las begonias más que a las gardenias y que a las orquídeas? ¿Le parecerá antinatural y cochino sumar begonias y rododendros?

Y sobre todo, si no había testigos de la masacre vegetal y por el pasillo del crimen pululaban la tonta y la mala … ¿por qué Gafapasta decidió ipso facto que la autoría era indubitada felonía de Ana Botella, también conocida en el mundo del hampa floral como Miércoles?

Preguntas de difícil respuesta, sin duda. Pero prometo meditar cuando se  me pase la locura de chirimiri de media tarde.

NOTA: En la semana posterior al incidente base, la begonia ha vuelto a ser derribada otras tres veces. En este momento la planta no tiene flor, las hojas no tienen forma, las ramas tienen una depresión profunda, las raíces han salido huyendo y hay tierra por toda la casa menos, claro está, en la maceta. Efecto secundario curioso es que tampoco quedan trankimazines y el Gafapasta anda medio dopado por la casa con una flor de begonia en la solapa. La primavera se presenta divertida.

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