martes, 20 de mayo de 2014

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE


Después del asesinato del Gran Hueso en Sarajevo, las hostilidades se han instalado cómodamente en el País del Gafapasta. ¡Es la guerra!

El tal Gelo es quejica, ñoño y trepa. Es quejica porque cada vez que el Gafapasta le roza, lloriquea, cada vez que le dice que no a un caprichín lloriquea, y cada vez que le pisa la pata lloriquea. El Gafapasta es de por sí patoso, pero la culpa es de Gelo, que no acaba de enterarse de cómo tiene que manejar la correa y se va cruzando para un lado, va cruzando para otro, y un día o me pisa un campo minado o se me hace un nudo con las piernas gafapasteras, se me caen los dos por las escaleras, se me parten la crisma y me hacen rica heredera del imperio de la nada. Qué futurazo, oye. Es ñoño porque mira con ojos enamoradizos y lacrimógenos que me recuerdan un poco a Bustamante, un poco a Roberto Carlos un mucho a Diango. Lo peor de lo peor, a mí que soy makinera y rokanrolera y gitanerorumbera me han metido en casa a un cantante melódico de karaoke. Trepa un rato, porque no quita ojo al jefe y está todo el rato en plan "hola, jefe, ¿ves cómo te sigo y te obedezco y me siento y meto la cabeza para que me acaricies?". Luego las lía,. pero cuando el Gafapasta no está.

Por eso, y porque soy perrina lista y me doy súper cuenta de las cosas y estamos en el insti estudiando la Primera Guerra Mundial, me he dado cuenta de que probablemente sea un espía o un revolucionario infiltrado o algo. Con el Gafapasta no se puede contar porque no se entera de una y además es defensor de los derechos civiles y de las soluciones diplomáticas, así que otra vez he tenido que hacerlo yo todo. He excavado una trinchera en el colchón, donde me he hecho un ovillo con las almohadas, los juguetes, los huesos, las chuches, dos sacos de pienso y una cantimplora, he dejado un poco de sitio para el jefe y he convertido el dormitorio en el frente del Marne. Bien colocadita y camufladísima, espío al maldito cantante melódico este y cuando se acerca le gruño si viene con intención de hueso o le hago mimines si viene a por juguetes, para desconcertarle. Con esta estrategica conseguiré que deje de cantar "El gato que está triste y azul" de una maldita vez y se arranque o con "Lili Marleen" y deje claro que es un esbirro de Bismarck, con "A las barricadas" y evidencie que se trata de un bolchevique inflitrado o con "Los remeros del Volga" y nos descubra que es Rasputín disfrazado de setter. 

Tristes y azules están sí o sí las gatas. Desconcertadas y desarmadas por la presencia de Gelo, han buscado refugios antiaéreos en la cocina la Gata Mala (cerca de los avituallamientos, la muy lista) y bajo una mesa camilla la Gata Tonta (sin comida, agua ni arena en las cercanías, que está meando todos los libros del Gafapasta). Yo aprovecho el desconcierto para vengarme de los arañazos recibidos en diversas escaramuzas del pasado y las tengo a raya y estresadísimas. Cada día son más raras y como es evidente que pertenecen al bando enemigo, he llegado a la conclusión de que son austrohúngaras.

Al final, firmaremos la Paz del Pasillo y me quedaré yo con los territorios ganados a las gatas, las dejaré en el descansillo de la escalera y convertiré la cocina en zona desmilitarizada. A Gelo tendré que camerlarlo para que cambie de bando, porque en el fondo me da pena de lo cursi y despistado que es. Pero como siga cantando "Contigo en la distancia" y "Los mil mejores boleros" lo mato, me cambio de guerra y monto una noche de San Bartolomé. Que me tiene muy harta. 

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